AL MAESTRO CON CARIÑO

Revista Polimatías
6 min readJun 24, 2021

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Por: Rodrigo Banus*

¿Cómo hacer una suerte de necrológica/homenaje de Horacio González sin simplemente presentar respetos a un ídolo? Sacando muy contadas personas que lo han conocido con profundidad suficiente habría toda una suerte de periferia profanos que de él o leyeron sus libros o lo tienen referenciado como director de la Biblioteca Nacional. Se va a objetar que sin duda su larga trayectoria docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y en la Universidad del Salvador entre otras alcanza y sobra para tener una nutrida tropa que va a destacar y destacarse en el proceso. La pregunta sería ¿qué queda para los otros?

Así que seamos un poco burdos y un poco torpes, aportando lo que de lejos se podía saber de González para justamente acercar a los que no están tan próximos. Primero de todo destaquemos a Horacio como una raza de docentes que va rumbo a la extinción, aquellos que nos pueden acercar a Foucault, o Sartre, personas que incluso “dando clase” usaban su tiempo para exponer sus ideas, transmitir su saber, en cierto sentido maestros antes que profesores que sólo cumplen con dar la materia. Recordemos que eso no necesariamente es bajar línea. Si bien ese docente todavía existe muchas veces se aprovecha de la ignorancia del alumno para presentarse “omnisciente”. Recordemos que esto suma dificultades a los alumnos que les impide sacar las ideas de los textos de los autores del programa a evaluar y por lo tanto deben poner culo en silla por un tiempo extra para captar la interpretación personal que se hace de los autores.

Para González de alguna manera la sociología sería una vocación y todos sabemos que hoy la premura del cientista social si comete el delirio de inscribirse a sociales es recibirse y ver cómo consigue el sustento. El romanticismo va mal en estos casos. Hoy el 70% de los chicos son pobres por lo que proyectar situaciones halagüeñas sobre el futuro es más bien difícil. La trayectoria de González que por medio de la educación pudo consagrarse como intelectual viniendo de un abuelo ferroviario hoy se antoja compleja.

En cierto sentido, y trágicamente, la era menemista en cuanto “vivisección de la educación secundaria” haría que los eventuales alumnos de un docente de estas formas se vuelva más y más vago e ininteligible. Problema paradójico para la minoría progresista que vive cabalgando por sobre el peronismo y sobre sus distintas idas y vueltas. ¿Realmente es el fin de una era? Queda que se convierta en libros de alto precio y cuidado diseño de tapa de aún más intrincadas y académicas interpretaciones sobre su obra. Podría ser paradójicamente una contradicción de la contradicción, el intelectual accesible y afable pero hoy de difícil acceso convertido en un objeto cultural de más difícil compresión.

Podríamos decir que los alumnos deberían pensar esto como problema ya que como pasó históricamente con otros intelectuales si no se reúnen los apuntes, desgrabaciones, y otros elementos que hicieron a sus clases es altamente probable que su estilo de enseñar y labor especulativa de larga trayectoria en las aulas muera. Ayer mismo en un homenaje que Roberto Caballero hizo a Horacio, uno de sus alumnos aseveró: “Horacio nunca repetía una clase”, cosa que él y otros sí hacían, recordemos magnificando un poco que muchas de las obras que leemos de Foucault son la presentación de cursos del “College de France” es decir clases, textos para ser expuestos en clases magistrales.

No es ocioso señalar que los creadores, los grandes intérpretes son el pináculo de la escala intelectual y los docentes meramente reproductores y los burócratas educativos afectan en segundo grado la ideología de un país. Gramsci siempre destacaba el rol de Benedetto Croce por ejemplo y su interpretación “idealista” de la historia italiana que no era otra cosa que una interpretación de Hegel adaptada a la Italia de su tiempo.

Existe entonces una transformación importante en la vida universitaria, su sentido, el peso de la cultura y la educación en nuestro país. Los que mentan a González lo fijan en un pasado que va desde el exilio hasta su llegada a la Biblioteca Nacional como director. Dicho sea de paso, González generó un odio visceral que lo emparenta con lo mejor del peronismo pero por razones paradójicas, como pasó con Discépolo por ejemplo, Horacio González es lo más lejano a los arquetipos de Rucci o Herminio Iglesias. Los intelectuales que caen bajo el influjo peronista pero que encima terminan siendo demasiado peronistas entran en esa categoría de malditos.

Un troll de Twitter que dijo algo así como que, con Horacio González muerto, moría el único kirchnerista que podía construir semánticamente oraciones correctas en largos párrafos que no dicen nada. En esta suerte de vorágine que es Twitter un odiador recalcitrante dijo algo que parecía una locura y que muestra la “paradoja populista” como alguien que sabe pensar formalmente adhiere a esa ideología, y que además su justificación de esta no dice nada. Es interesante pensar el odio hacia una persona valorada, en general el que odia resume con una violencia que el que respeta y venera no se atrevería. Mientras que los cultores o amigos de González dirían que el pensamiento de este tiene innumerables referencias, y que no nunca estaba completamente cerrado por una síntesis. Los enemigos dirían que simplemente no va al hueso que no se hace fácilmente digerible para una era de grandes “antinomias”, pero en el fondo, antinomias simples. No obstante esto, la crítica buena es la idea de un pensador encerrado en sus propias formas de expresión no accesible a la mayoría, plantearía una paradoja. ¿Es urgente allanar a Gonzalez? ¿Vulgarizar a riesgo de corromperlo? ¿Simplificar sus tesis al sentido común para sumarlo a la constelación peronista?

Poco tiempo antes Juan Forn murió y las necrológicas sobre él también enfatizaron el aspecto de la sapiencia, capacidad de trabajo, y labor de la promoción cultural. En este caso todo el tiempo se resaltó la labor de editor. El editor y padrino de obras, de prólogos, es decir el que usa su prestigio para dar un peldaño a otros. Recordemos que el campo intelectual es fundamentalmente receloso y mezquino muchas veces. El hecho de darse generosamente hacia otras personas significa mucho. Tanto que Horacio González llegó a editar personas que van desde Fernando Iglesias “República de la Tierra” (diputado del PRO) hasta prologar Fabián Harari (La Contra) de Razón y Revolución. Se demuestra una voluntad de trabajar mucho más allá de la caricatura que se podría hacer una grey completamente genuflexa personificada en Carta Abierta, la cual lo único que generó en realidad fueron dos grupos uno llamado Plataforma (centro izquierdistas anti K) y “Intelectuales con el Frente de Izquierda.” El resultado en el fondo fue una suerte de necesario reordenamiento de compromisos intelectuales.

Dicho sea de paso, recordemos una ironía de quien es sin duda y más joven un interesante exponente de intelectual Martín Kohan. El mismo en su interpretación personalísima de la izquierda y en una voluntad de intervenir de dar clases, de debatir-refutando por ejemplo la relativización del número de desaparecidos- o escribir una nota relativa a Néstor Kirchner hablando sobre Mariano Ferreyra. No está realmente muerto el estilo González de intervención, pero quizás la pregunta es, cuánto de su legado ideológico propio se va ir actualizando en el tiempo.

Este recorrido me deja algunas simples ideas para considerar, la primera; los cultores de Horacio González quisieron de forma poco clara y grandilocuente rendir un tributo a quien consideran la máxima expresión del pensamiento “Nacional y popular” como dice Borón en la nota que le dedica en Página 12, pero fue en Clarín donde se pudo resumir vía Héctor Pavón: Adiós a Horacio González: las amistades calladas y las decepciones del gran ensayista. La semblanza simple y llana, más accesible como primer paso para poder dar con el intelectual en cuestión es una fuerte ironía frente a la estela intelectual en torno al kirchnerismo, antes que dar por sentado que te entienden los que comparten militancia deberías dar a conocer más llanamente lo pretendas que conozcan todos.

Si el autor es irremplazable, tal vez lo mejor sea hacer accesible su obra para todos.

*Licenciado en Ciencia Política (UBA)

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