A 150 años de la Comuna de París: miradas desde la historia intelectual y conceptual

Revista Polimatías
7 min readMay 28, 2021

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Por: Adrián Volpi

Los acontecimientos

Entre 1867 y 1869 durante el Segundo Imperio se habían adoptado en Francia una serie de medidas de liberalización que tendían a transformar al régimen en un sistema representativo bicameral. En 1869 después de una animada campaña de prensa donde hubo más de 10 millones de sufragistas, dando como resultado 4.400.000 de votos al gobierno, 3.300.000 de votos a la oposición y 2.190.000 de abstenciones, de este modo Napoleón III se decidió a iniciar el camino del régimen parlamentario. Pero lo hizo con mucha ambigüedad, porque sobre todo continuaba vigente la responsabilidad directa del emperador “ante el pueblo francés, el cual siempre tiene derecho a apelar”. Por lo tanto, la instancia suprema del régimen bonapartista seguía siendo el plebiscito al cual el emperador recurrió por última vez en 1870. El golpe mortal al Segundo Imperio lo asestaron las tropas prusianas y la derrota militar de Sedan.

En este contexto la ciudad de París no acepta la rendición ante Prusia y el 18 de marzo de 1871 trabajadores y sectores populares de la ciudad de París en palabras de Karl Marx “tomaban el cielo por asalto” aprovechando la situación de vacío de poder, incluso formando su propia milicia la Guardia Nacional. Paralelalmente, en Versalles se constituye un nuevo gobierno, compuesto por republicanos moderados. La Comuna doblemente sitiada por tropas extranjeras y las fuerzas de Versalles, a pesar de esto la Comuna de París se autogobernó heroicamente durante 71 días.

El proceso del ascenso del gobierno de la Comuna, se dió como respuesta al nuevo gobierno encabezado por Thiers, que estaba decidido a pactar con los alemanes, desarmar París y a la Guardia Nacional y continuar con la política represiva. La reacción popular no se hizo esperar y toma prisioneros a generales que habían participado de las represiones de 1848 como Lecomte y Thomas, ambos terminan fusilados junto a otros prisioneros, Thiers y otros abandonan París quedando en manos del Comité Central de la Guardia Nacional. De este modo el gobierno de la Comuna reune a republicanos, miembros del Comité Central de la Guardia Nacional, jacobinos, proletarios y socialistas.

Durante su breve y trágica existencia se decretaron la autogestión de las fábricas abandonadas, la instauración de guarderías para los hijos de las obreras, la laicidad del Estado, la obligación de las iglesias de atender las asambleas de vecinos y de incorporarse a las labores sociales, la conmutación de los alquileres impagos y la derogación de los intereses por deudas. También se adoptó el calendario de la Revolución de 1789 y el rojo como color de la bandera. Poco más de dos meses después fue brutalmente reprimida con centenares muertos y ejecutados en las calles, incluso los encarcelamientos y fusilamientos continuaron varios meses después cuando el gobierno establecido instauró la ley marcial. No hay cifras oficiales, pero se habla de más de 20.000 ejecutados y 36.000 detenidos, 13.000 condenados a muerte, trabajos forzados, deportaciones, etc. Una estadística más realista parece alcanzar la suma de 100.000 muertos.

Intelectuales, proletarios y prensa internacional

A pesar de este trágico final la Comuna de París constituyó una experiencia fundante para los proyectos socialistas y los horizontes utópicos que comenzaron a gestarse entre los sectores populares y proletarios. Así como también un despliegue y conformación de aspectos simbólicos asociados a la cultura de las izquierdas, en este sentido si tenemos que hablar de cultura de izquierdas tenemos que hablar de intelectuales, proletarios, proletarias y militantes. Mijaíl Bakunin vio en la Comuna de París, la primera experiencia de destrucción revolucionaria del Estado y fue erigida como el hito inaugural del arco de la izquierda revolucionaria alrededor del movimiento anarquista junto a otros pensadores contemporáneos de vital trascendencia como Piotr Krokoptkin.

Para Karl Marx se trató de la primera experiencia de gestión proletaria en la historia moderna, en este caso Marx alude a la metáfora homérica, que refiere a los titanes que tuvieron la audacia de conquistar el Olimpo reservado a los dioses. De este modo, la prensa francesa denunciaría ante el mundo la barbaridad y precipitación de los sectores populares que habían fundado su propio ejército y a través de su gobierno comunal desplegaban una batalla frontal contra el proyecto burgués republicano. Para la prensa la Comuna de París había sido obra de la Asociación Internacional de los Trabajadores, y tras la internacional obrera el demonio prusiano Karl Marx, el Prometeo que le había arrebatado el moderno saber burgués para el provecho de su clase y sus temerarios líderes.

El nombre de Karl Marx con su melena y barba leonina, si bien ya era conocido para la época, comenzó a tomar trascendencia internacional y global después de la Comuna de París, así como también la figura de su amigo y ladero intelectual Friedrich Engels. La palabra “comunismo” si bien era conocida para las vanguardias intelectuales a partir de la década de 1830, comenzó a tener una nueva significación a partir de 1871: el comunismo ya no se presentaba como algo pensado en los confines de la utopía socialista o de algunos trasnochados intelectuales y trabajadores, sino que se presentaba como un proyecto real y tangible de alcance internacional.

Como señala Engels la Comuna no había sido producto de la acción directa de la Primera Internacional, ya que sólo un grupo minúsculo de los miembros de la Guardia Nacional pertenecía a ella, pero no se puede negar que el espíritu y el marco ideológico estaba presente, sobre todo desde una visión panomárica de larga duración, las agitaciones obreras en mayor o menor medida se venían dando durante los inicios del siglo XIX.

La posición de Marx en los días de la Comuna primero osciló entre la insistencia ante el Consejo de la Internacional con sede en Londres de franco apoyo militar hacia la Comuna, mientras que varios miembros exhortaban a mantener la prudencia ante una posible represalia internacional. Recordemos que el resto de las naciones europeas, como si fuera de algún modo un espejo de los sucesos de 1789, miraban con recelo y vigilaban el proceso revolucionario en París. Por otro lado, también Marx a través del contacto con algunos comuneros miembros de la Internacional recomendó tratar de llegar a un acuerdo de paz con el gobierno de Versalles para evitar un derramamiento de sangre, que a la postre sucedería, ya que Marx consideraba imposible la victoria militar. Este realismo de Marx no era compartido por todos los sectores, especialmente los jacobinos y anarquistas que encomiaban seguir con los enfrentamientos armados.

El documento trascendental que redacta Marx es La Guerra Civil en Francia, donde sin perder su estilo congrega a las distintas tendencias del movimiento del proletariado que convivían, en el Consejo de la Primera Internacional. Antes que optar por una estrategia de debate público sobre las diferencias que separaban las diversas escuelas socialistas, Marx ensayó una lírica defensa de la experiencia comunera, en la que solo entre líneas es posible leer, por ejemplo, la crítica a los exponentes del insurreccionalismo neojacobino como “supervivientes de revoluciones pasadas, y al exceso de escrúpulos democráticos de los republicanos moderados, que llevaron al Comité Central de los federados a delegar rápidamente el poder, o a “los herederos de Proudhon” que no se atrevieron a tocar la sacrosanta propiedad de la banca. Estos y otros inevitables errores como la demora de las milicias en marchar sobre Versalles no podían oscurecer su mérito histórico, que no consistía en otra cosa que en su propia existencia. Ahora que había sido derrotada, que los hombres y las mujeres que la sostuvieron eran fusilados o detenidos, que la prensa burguesa derramaba por el mundo las calumnias más infames, la Comuna debía ser saludada por los trabajadores de todo el mundo como una primera prueba, fallido pero heroica, de gobierno obrero.

En un primer momento la alocución de Marx fue aceptada y fue traducida en varios idiomas, pero otros miembros ingleses del Consejo vetaron las partes más duras en la que Marx se refería al gobierno de Versalles, de este modo comienzan a resquebrajarse los pilares en los que se había fundado la Primera Internacional en 1864, produciéndose la renuncia de varios dirigentes importantes, incluso el enfrentamiento entre las tendencias marxistas y bakuninistas. Esto de algún modo se da porque el folleto de Karl Marx tiene un valor histórico de primer orden y comienza a circular en todo el mundo, llegando a influir en Lenin y la experiencia bolchevique y hasta en el Lejano Oriente, desde el anarquismo se criticaba la apropiación marxiana de la experiencia histórica de la Comuna de París, específicamente comunista.

Los días de la Comuna mantuvieron en vilo al mundo entero, en esta época asistimos a la difusión de una prensa internacional inserta en la sociedad de masas, cada vez más numerosa y cosmopolita, los exiliados de la Comuna se movieron por toda Europa y América llevando sus relatos heroicos, sus programas políticos y sus disputas internas. Allí donde se establecían, proyectaban periódicos en francés, divulgaban folletos y creaban secciones de la Internacional. Fueron comuneros franceses quienes fundaron la primera sección francesa de la Internacional en la Buenos Aires de 1872.

Alicia Moreau, una de las primeras figuras del socialismo argentino, era hija del comunero Armand Moreau, que se había exiliado en Londres con su familia antes de radicarse en Buenos Aires. El movimiento socialista internacional celebró el 18 de marzo como una jornada popular, al menos durante tres décadas. Asimismo jóvenes intelectuales socialistas como Leopoldo Lugones y José Ingenieros inauguraron en 1887 el periódico La Montaña, fechándolo el 12 Vendimiario del año XXVI de la Comuna, conforme el calendario revolucionario adoptado en 1871. A comienzos del siglo XX la portada del semanario socialista La Vanguardia correspondiente al 18 de marzo estaba dedicada a homenajear a la Comuna de París.

En el mundo globalizado del siglo XXI, las apelaciones a las formas comunales son cada vez más frecuentes en las más diversas experiencias políticas de resistencia al poder, en las que no faltan siquiera las referencias directas a la experiencia de 1871.

*Profesor de Historia.

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